RESUMEN DE LA CONFERENCIA
La Micropaleontología estudia los fósiles microscópicos del pasado, pero también es una ciencia muy viva que ha conseguido evolucionar desde sus orígenes, puramente descriptivos, hasta convertirse en la disciplina paleontológica con más aplicaciones y a la que se dedica, en pleno siglo XXI, un mayor número de especialistas. Su evolución ha ido íntimamente ligada al desarrollo de nuevas tecnologías, desde su despegue inicial ligado a la invención del microscopio, hasta el uso de técnicas cada vez más precisas de análisis geoquímicos y de digitalización de los microfósiles mediante tomografía computarizada, pasando por el estudio de muestras procedentes de sondeos cada vez más completos y continuos obtenidos por sucesivos programas de perforación oceánica.
Todos estos avances han contribuido a desarrollar las múltiples aplicaciones de la Micropaleontología en general, y de los foraminíferos en particular. Las conchas fosilizadas de estos protozoos proporcionan el mejor registro fósil de microorganismos que habitaban los océanos del pasado, y tienen amplias aplicaciones para datar las rocas y reconstruir el clima y los ambientes del pasado. Su integración en estudios multidisciplinares ha contribuido a resolver problemas geológicos, a entender las causas y consecuencias de los grandes eventos de extinción, y a comprender fenómenos globales como impactos meteoríticos, los movimientos de las placas tectónicas, o los cambios climáticos del pasado, que permiten poner en contexto incluso el actual cambio climático.
El estudio de los foraminíferos es una excelente herramienta para conocer el pasado de nuestro planeta, y se proyecta hacia el futuro para predecir las consecuencias del actual cambio climático. La Micropaleontología es, por tanto, una disciplina en constante evolución, y las ingentes bases de datos generadas desde sus orígenes tienen un enorme potencial, que hoy día puede ser optimizado mediante técnicas de inteligencia artificial.
