RESUMEN DE LA CONFERENCIA
El rasgo que más distingue a nuestro grupo zoológico y que, además, fue el primero en aparecer en nuestro linaje es, sin duda, nuestro tipo de locomoción, que llamamos bípeda o marcha erguida. Nuestro modo de caminar es tan extraordinario que algunos autores lo han definido como una actividad en la que el cuerpo, en cada paso, se sitúa al borde de la catástrofe. El problema es mantenerse erguido y en equilibrio sobre una pierna mientras la otra está en el aire. Lograr esta proeza supuso importantes cambios anatómicos en todas las regiones del esqueleto, de la cabeza a los pies. Sin embargo, si hoy estamos aquí es porque tales cambios supusieron una ventaja adaptativa favorecida por la Selección Natural que, a la larga, condujo a la aparición de otras y otras y otras adaptaciones … y que, a día de hoy, ha llevado a un pequeño grupo de primates a convertirse en una plaga global o, dicho de otra manera, a ser una especie con gran éxito evolutivo desde el punto de vista darwiniano.
Sin embargo, el origen de la locomoción bípeda ha sido siempre y, sigue siendo hoy día, objeto de intensos debates. Gracias a los descubrimientos de Australopithecus afarensis, en los años 70 se formularon varios modelos para explicar la adquisición de la marcha bípeda como adaptación a la vida en la sabana. Sin embargo, el hallazgo de fósiles de homininos muy antiguos (7 – 4.5 m.a.) realizados durante las dos últimas décadas (como Sahelanthropus, Orrorin y Ardipithecus), han puesto en jaque muchas de las ideas que teníamos sobre esta increíble adaptación.
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